jueves, 27 de agosto de 2009

A los artistas, políticos y demás con trabajos eventuales.

La vida es una sucesión de eventos y oportunidades que nos vamos dando para hacer por nosotros y por nuestra gente lo mejor que se puede. Buscamos protegernos y por supuesto, proteger a quienes queremos de los problemas de la vida.

Una forma de hacerlo es consiguiendo la seguridad y la tranquilidad de un trabajo estable, que nos proporcione la certeza de que el pan no ha de faltar en casa, así tengamos que sufrir compañeros, jefes y jornadas. Es parte del ser empleado.

El que logra un empleo formal, donde le concedan los privilegios reservados a los apenas doce o trece millones de mexicanos que están inscritos en un sistema de seguridad social, está cierto que algún día va a obtener una jubilación y con ese sueño soporta y hace la vida.

Pero tengo muchos amigos artistas, políticos, profesionales bajo su propio riesgo, agricultores, comerciantes y tantos otros que por supuesto cobran por lo que hacen pero que no están inscritos en ningún sistema que les brinde una jubilación ni servicio médico el día que no puedan costear los privados.

Son entre treinta y cuarenta millones o un poco más de mexicanos, los que carecen de certeza en el empleo, los que sabiendo que el día de mañana tal vez no cobren, los que buscan lograr aquí y ahora lo que puedan necesitar mañana, lo que contradice el dicho de que el mexicano no sabe ahorrar.

Si no, piense… ¿Cuál es la razón de que los políticos busquen hacerse millonarios de un día para otro y cobren todo lo que puedan cuando tienen un puesto?

¿Cuál es la razón de que los artistas pretendan sueldos estratosféricos por una presentación, cuando podrían brindar su arte a más público con igual éxito pero con teatros llenos a menor precio? La respuesta: Que no tienen seguro el día de mañana.

El agricultor y el comerciante, que en una buena cosecha tiene para vivir dos o tres años… ¿y cuándo se acabe ese dinero? ¿Qué tal si no vuelve a tener una buena cosecha?

He sabido de grandes deportistas y de figuras de la farándula que una vez que no fueron capaces de abrir su bolsa a los “amigos” se quedaron solos, sin quién les brindara auxilio y así, he sabido que mueren pobres, abandonados, cuando lo cierto es que a la sociedad le dieron lustre, le dieron fama, le dieron alegría y demostraron que el hombre necesita la diversión para sobrevivir y más aún, para vivir bien.

También, he sabido de políticos que un día lo fueron todo, pero por esos detallitos de la vida, perdieron la salud y no hay dinero que alcance cuando tienes que gastar una fortuna cada día en pos de una salud que no ha de volver… es muy triste, pero es real. Por eso se llaman enfermedades catastróficas, por los daños que ocasionan en la vida de las personas y sus familias.

Ahora bien, imagínese que el Gobierno Federal le diera a Usted una tarjeta deslizable que pudiera usar en cada operación de compra gravada con IVA, de tal suerte que dos o tres puntos de ese IVA se fueran a una cuenta de ahorros a su nombre para que Usted tuviera derecho a pensión y servicio médico.

Cada vez que Usted comprara ropa, gasolina, tarjetas telefónicas, comidas en restaurantes o lo que sea, pero que tenga IVA, un porcentaje sería para Usted, para que tuviera acceso a seguridad social, con independencia de que haya o no tenido una relación laboral formal.

No importa que Usted haya sido un artista de carpa o uno de Bellas Artes o un político de Donceles o uno de los que cargan maletines. No le interesará a nadie que Usted haya vendido productos casa por casa o que haya tenido un rancho o que sólo haya vendido papitas en el estadio.

Si Usted, mi querido lector, es mexicano y tiene CURP, tendrá derecho a que le entreguen su tarjeta y podrá usarla cada vez que haga una operación. Así quedarán registradas y Usted podrá ver cómo va subiendo su cuenta.

Claro, cada uno o dos años podrá retirar hasta un veinticinco por ciento de lo ahorrado en ese periodo, para que siempre tenga saldo.

Claro, si confía en el gobierno, abre su cuenta en el Organismo creado para ello. Si no, se va Usted al banco que quiera, al cabo todos cobran casi lo mismo, es decir, en exceso.

Si Usted es periodista independiente, de los que no venden su pluma pero tampoco tiene seguridad social, ésta es su oportunidad.

Recuerde que cada punto de IVA a precios actuales, tiene un valor de casi cincuenta mil millones de pesos y con eso, se hacen maravillas.

Aumentaría la recaudación, habría menos evasión y elusión fiscal, menos comercio informal y se ayudaría de muchas otras formas. Sólo necesito que me ayude a difundir la idea. A hacérsela llegar a su diputado o senador, que al cabo, también son políticos y también, algún día serán viejos y habrán de necesitarlo. Está en mi blog.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 27 de agosto de 2009.

martes, 25 de agosto de 2009

De las oportunidades de mejora.

-Eso no sirve para nada- -Está muy mal hecho- -No funciona y no va a funcionar nunca- fueron algunos de los comentarios que me permití externar. Claro, era una reunión formal y al parecer, ya ven que yo no soy muy político, se trataba de ensalzar a quien promovía aquella cosa, aquél algo indefinido que yo sostenía y sigo sosteniendo, no servía para nada.

Pero se me acercó un amigo y me dijo, de manera suave pero firme: Así no es. No se debe decir que no sirve. Se debe decir que presenta oportunidades de mejora.

O sea, lo políticamente correcto es decir que algo presenta oportunidades de mejora cuando nosotros, Usted y yo, sabemos que no sirve para nada. Es usar un eufemismo para que se oiga bonito.

Y si ese algo presenta grandes oportunidades de mejora, quiere decir que no servía para nada, como la vez en que me corrigieron a mí.

Ahora veo a México. Veo a nuestro país sufriendo, inmerso en una espiral de desconfianza-falta de fe-resquemores-dudas y que no acierta a encontrar un rumbo que le permita salir adelante.

Veo lo que estamos haciendo como país y siento que presenta oportunidades de mejora.

Desde la forma en que los electores no confían en la autoridad electoral, pasando por la forma en que dicha autoridad ha dilapidado el capital político que había reunido, hasta la forma en que los partidos políticos, todos, pareciera que están en contra del pueblo.

-¡El que obtenga el mejor botín, gana!-, pareciera que se gritan unos a otros. ¿Y México? ¿Y los mexicanos?

Casi todos con los que platico son del pueblo, son de los que ven que la quincena cada vez dura más o al menos así lo sienten, pues si antes les alcanzaba para medio comer la primer semana y lo demás, sólo se llenaban con tortillas, frijolitos y chile, ahora toda la quincena es de rogar a Dios para que alcancen los frijoles. Y eso, señores, no dura mucho. La gente se cansa.

Existe otro sector de la sociedad, lo que alguna vez fue la clase media, que cada día ve como uno de sus miembros brinca o cae, que no se desliza, de la clase media a la pobre y de ahí, a pobreza extrema casi sin sentirlo, precisamente por que quienes acaparan todo, no saben lo que es tener una ilusión.

A eso me refiero cuando siento que México presenta grandes oportunidades de mejora. Que nuestro querido país tiene todo para ser punta de lanza, para ser líder, para recuperar el lugar que por derecho natural le corresponde y que hemos dejado escapar, por estar pensando cómo podemos obtener un peso indebido.

Eso es lo que lastima. Saber que la mayoría de los que ahora ocupan los puestos de gobierno, no saben ni sienten ni conocen lo que es ser pueblo, que piensan que la gente tiene cosas de pobre porque así les gusta vivir, tal como pensó Susanita, la amiguita de Mafalda, que tan crítica ha sido de la cuestión social.

Y me pregunto yo mismo: ¿Qué se debe hacer? ¿Buscar un puesto de elección popular? ¿Con qué dinero? ¿Cómo pagas una campaña, si no eres de la camarilla que lo tiene todo?

¿Irte a la sierra, fusil en mano, a convertirte en proscrito, cuando tienes familia, esposa, hijos, padres?

¿Robar a manos llenas, al cabo que si la dignidad pudiera convertirse en algo material, sólo serviría para abonar la tierra, como dijo el genial Ferrusquilla, al referirse al honor?

No sé y aún no encuentro la respuesta.

De hecho, la vida presenta oportunidades de mejora, que van desde cambiar nuestros hábitos alimenticios hasta buscar una mejor posición en nuestro empleo… los que lo tienen. ¿Y los miles o millones que no saben lo que es cobrar un jornal al fin de semana? ¿Y los que piensan que la vida así está bien pues es lo único que han conocido, siendo que no disfrutan ni lo indispensable?

Algo debe hacerse. Existen grandes, muy grandes oportunidades de mejora pero debemos encontrar el rumbo que hemos de darles.

Lo invito a que exponga Usted su sentir, a que exprese qué es, en su opinión, lo que debe hacerse. Si Usted no participa ni opina ni actúa, pierde el derecho a decir que el país presenta oportunidades de mejora.

Algo se debe poder hacer y lo invito a hacerlo juntos. Que nuestro proyecto sea el de un México mejor, noble, fuerte, generoso y sobre todo, que cobije a sus hijos.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 26 de agosto de 2009.

viernes, 21 de agosto de 2009

Cómo ser "cliente frecuente" de Hacienda.

A lo largo de los tiempos, cuando un gobierno ha establecido impuestos impopulares, que casi siempre o siempre, lo son, el pueblo muestra su descontento.

Sin embargo, la población sabe en su fuero interno que debe contribuir al sostenimiento del aparato gubernamental y que la manera de hacerlo es mediante el pago de los impuestos que a su cargo sean. También es cierto, que cada uno va buscando la forma de evitar el pago de impuestos. A ese respecto, existen dos formas, la evasión y la elusión. Evasor es quien no paga impuestos. Elusor es quien busca la forma, torciendo la ley, de que el impuesto que le corresponde cubrir sea inferior.

Se necesita un verdadero ejército de auditores fiscales para localizar a los evasores y elusores fiscales, lo que estimo ningún país en el mundo ha logrado.

De hecho, el pobre, el que tiene ingresos exiguos, es quien simplemente evade el pago de impuestos. El empresario, el poderoso, el que cuenta con un equipo de contadores y abogados dispuestos a buscar los resquicios de la ley para lograr que sus impuestos sean menores, es el elusor. Ambos se apartan de un recto proceder.

Lo interesante será conseguir un impuesto que logre atraer la simpatía de la gente. Un impuesto que no constituya una nueva carga fiscal, uno que le proporcione un beneficio directo y tangible a quien lo pague. Uno que no les pese, que no les cueste votos a los partidos políticos.

Ahí es donde Usted y yo ya tenemos elaborada la forma de lograrlo.

Si Usted, mi amable lector recuerda, hemos venido refiriéndonos a la forma de lograr que el equivalente, claro, con otro nombre, de dos o tres puntos del I.V.A. actual, se acumule en una cuenta de ahorros a su nombre, en la que Usted sea el titular o propietario, de la que podría disponer un porcentaje cada determinado tiempo y que le sirva para obtener, a futuro, seguridad social, garantizada por el Estado.

De inmediato surge la pregunta: ¿Cómo le va a hacer el Gobierno para garantizar esa seguridad social? Léase pensiones y servicio médico. Léase también, apoyo al I.M.S.S. y al I.S.S.S.T.E. así como a los demás sistemas de pensiones distintos y diversos que funcionan en el país.

Existe la propia voz de Hacienda que ha declarado que la evasión y elusión fiscales alcanzan cifras superiores a los doscientos mil millones de pesos al año.

Sin embargo, si la recaudación por I.V.A. es superior a los cuatrocientos mil millones de pesos, la fuga es de casi la mitad de lo que se recauda actualmente.

Para que Hacienda tenga “clientes frecuentes”, es decir, ciudadanos interesados en que sus pagos de impuestos les reporten un beneficio tangible, real, que lo sientan directamente en su bolsillo, vamos a permitirles que una parte del I.V.A. se acredite a favor de cada uno en una cuenta de ahorros, que le servirá para obtener derecho a una pensión.

En el momento en que cada uno pugne por que la operación que realiza se registre, lo que implica control, para el efecto de que le sea abonada su parte, en ese momento vamos a haber logrado “clientes frecuentes”, que van a acumular en su favor, para seguridad social.

Le vamos a haber conseguido a Hacienda, más de los doscientos mil millones que pierde por evasión y elusión fiscales y vamos a haber logrado un muy importante ahorro interno para el país.

Piénselo y dígale a su legislador que deje de proponer medidas impopulares, que suspenda impuestos de nombres difíciles y de más difícil aplicación y control. Impuestos que sólo conducen a una mayor evasión y elusión fiscales.

Que ya existe el formato de impuestos necesarios, sólo nos falta hacer que realmente se cubran por todos, no sólo por los “clientes cautivos”.

Es muy distinto ser “cliente cautivo” a ser “cliente frecuente”.

Piénselo.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.
Mexicano. Abogado

Casa Blanca. Reformas en Salud.

En la cada vez más popular supercarretera de la información mejor llamada la red de redes o internet, apareció el día 19 de agosto de 2009 la siguiente noticia:

Casa Blanca: Obama sigue apegado a metas en reforma de salud
WASHINGTON (AP) - El gobierno del presidente Barack Obama no ha modificado sus metas sobre la reforma de salud ni se ha alejado de una opción de seguro público operada por el gobierno, insistió el martes el vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs.
En un encuentro matutino con los reporteros, Gibbs dijo que son exagerados los reportes que sugieren que el gobierno está dispuesto a abandonar la opción pública mientras busca sacar adelante la reforma de salud.
Esos reportes comenzaron después de que la secretaria de Salud y Servicios Humanos, Kathleen Sebelius, pareció sugerir que el presidente estaba abierto a las cooperativas de salud como una alternativa.
Gibbs dijo que no hay intención de sugerir un cambio en las políticas.

http://mx.news.yahoo.com/s/ap/090819/eeuu/amn_med_obama_salud

Lo que está discutiéndose en Estados Unidos por el Presidente Obama y su gobierno, es la posibilidad de otorgar un seguro público de salud operado por el gobierno, es decir, algo más o menos similar a lo que aquí en México conocemos como Instituto Mexicano del Seguro Social o IMSS.

Si no lo logran, parece ser que irán por un modelo fincado en cooperativas de salud para otorgar el servicio.

Lo cierto es que allá, los estadounidenses no gozan de un sistema de salud como lo conocemos aquí, pues lo que tienen son sistemas privados que cuestan muy caros y en los que han encontrado innumerables fraudes.

Es decir, si el país más poderoso del mundo está sufriendo para atender la seguridad social de sus pobladores, ¿qué les dejan a los demás?

Sin embargo, sí existe una forma de lograrlo y todo es cuestión de tener un poco de imaginación.

En México, el Secretario Carstens de Hacienda declaró que “el hoyo en las finanzas requiere atención”, lo que en buen cristiano quiere decir que tenemos un problema grave y al parecer, la forma de afrontarlo es utilizando el dinero de los fondos de pensiones de los estados, lo que obviamente, sólo contribuiría a crear más caos.

Por eso, desde este espacio me permito someter a consideración de nuestras autoridades, una forma de lograr, de entrada, un ingreso fiscal superior a ciento ochenta mil millones de pesos el primer año, acumulables y que fomentarían el gasto interno, el ahorro del país, desalentaría al comercio informal, provocaría una mejor y mucho más eficiente supervisión del pago de IVA y tendría además, como consecuencia directa, otorgar seguridad social a la totalidad de la población.

Es decir, la cobertura en salud que actualmente los americanos no logran en su país, México está en posibilidad de ofrecerla tan pronto como se tome la decisión, con los fondos necesarios para tal efecto, sin esfuerzo fiscal y sin disponer de un solo peso de lo ya presupuestado.

Lo único que se requiere es la voluntad política de querer trascender como el mejor y demostrar que un instrumento jurídico puede ser la palanca necesaria para lograr ese cambio.

Si se determina que una parte del IVA que se cubre en cada operación se destine a una cuenta de ahorros propiedad de la persona que haga la compra, que le servirá para soportar su propia pensión y servicio médico, habremos de incrementar la recaudación por IVA a niveles muy superiores a lo que actualmente se reconocen oficialmente como evasión y elusión, es decir, más allá de los ciento cincuenta mil millones de pesos, más que suficientes para brindar la protección en salud anhelada.

Vamos, a la propia gente le interesaría el IVA en alimentos y medicinas pues obtendría un mayor porcentaje de ahorro para su pensión, con independencia de que podría disponer cada año, de hasta el veinticinco por ciento de lo ahorrado, sin restricción alguna, pues es dinero del propio titular.

Así se garantizaría que las mujeres solas tengan la suficiencia económica necesaria para poder subsistir, sin necesidad de soportar a alguien que las esté golpeando.

También, se podrían otorgar becas a los jóvenes para que puedan estudiar, becas que podrían incluir, además de los pagos de las escuelas y universidades, lo suficiente para que puedan tener novia o novio, según sea el caso y no se vean forzados a dejar sus estudios por no tener para el camión y esos pequeños gastos que existen y que actualmente ninguna beca cubre.

Es cuestión de pensarle un poco.

Es cuestión de querer.

Es por México.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini

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miércoles, 19 de agosto de 2009

De la diferencia entre inflación y precios inflados.

El impuesto más caro que existe, según los que saben, es la inflación. Se come los ahorros de los pobres y a los ricos los convierte en más ricos. Es decir, es un “impuesto” exactamente contrario a lo que establecen los principios de los impuestos: imparciales, proporcionales, equitativos.

Claro, no podemos decir que un impuesto sea popular pues al ser precisamente impuesto, es decir, al obedecer a una orden, no a la voluntad de quien paga, de ninguna manera va a ser de nuestro agrado.

Si un producto tiene un valor en el mercado de, digamos, cinco pesos, ya incluidos el costo de producción y las utilidades del vendedor final, a ese precio lo ha de pagar el consumidor. Es un artículo que necesita y es lo correcto.

Pero… si existe inflación, ese ente sin forma que se devora los ingresos de la gente, ese mismo producto de cinco pesos mañana va a costar seis y pasado mañana siete, es decir, va subiendo de precio, que no de valor, a un ritmo muy superior que el de los salarios.

Esa inflación se produce por malas medidas macroeconómicas dictadas por el gobierno, por la caída del precio de nuestras exportaciones, por el alza del dólar y una serie casi infinita de variables externas que sería demasiado prolijo tratar de describir.

Sin embargo, es parte de una cultura y debemos saber que la inflación existe y tomarla en cuenta al hacer nuestros presupuestos y programar nuestros gastos. Es decir, es parte de la vida.

El problema en nuestro México, surrealista y con características sui géneris, es que los comerciantes, salvo honrosas excepciones, no siguen las reglas de la inflación. Inflan los precios hasta encontrar el límite que soporta la gente sin explotar en su contra. Hasta creo que deberíamos de patentar esa capacidad de encontrar el nivel máximo de sacrificio del pueblo. Tal vez nos volveríamos millonarios exportándolo a algunos países en donde la gente se ha levantado en armas por cualquier incremento de precios.

Pero regreso al tema. Tiene Usted un producto con un costo de producción, distribución, almacenamiento y venta final de cinco pesos, ya incluida utilidad. Es decir, se debe exhibir y vender a cinco pesos.

Pero algún comerciante medio vivo, decide que si la gente lo puede pagar a cinco, igual lo puede pagar a seis, total, ¿qué tanto es tantito? Y luego sale otro a seis cincuenta y otro a siete y aquél lo vende envuelto en papel de china a siete cincuenta y aquél otro lo entrega a domicilio a ocho y el de más allá lo entrega cantado a nueve y así hasta el infinito y más allá.

Luego entonces, el producto que debería estar a cinco pesos, se expende a siete o nueve sin recato ni pudor alguno. El producto tiene un precio de venta de casi el doble de lo que dictan los precios de mercado, sanos en otras partes del mundo, en donde no existe el paternalismo que aquí nos cobija y donde las utilidades se declaran pues son reales y los impuestos también son acordes a las ganancias.

Aquí, todo es como si, es decir, como si te pagara, como si declarara, como si facturara, como si… hasta acabar con México.

Y de repente, el vendedor, que no el productor que se mesa el cabello de ver cómo su producto, el de cinco pesos al público, se vende en nueve o diez y a él, no le toca tajada del pastel, se da cuenta que el público ya no quiere la mercancía.

La gente deja de comprar el producto. Las leyes del mercado son inflexibles y no se les puede sobornar.

Y entonces los productos aparecen “en especial”, “a mitad de precio”, “en oferta”, cuando lo cierto es que esos precios estuvieron inflados y la culpa de que el comerciante abuse, la tenemos Usted y yo por seguir comprando cuando nos damos cuenta que el valor no corresponde al precio.

¿Cómo va a ser posible que un artículo tenga un precio de venta de cinco pesos en una tienda y en la de enseguida, sólo porque tiene alfombra lo venden al doble?

Ahí tenemos el problema. En que nuestros precios están inflados pues los que los establecen no conocen ni la vergüenza, ni la dignidad, ni la solidaridad ni ninguna de esas cosas que algunos llaman valores pero que de fondo nos sirven para sostener la vida.

Necesitamos cambiar de raíz nuestra forma de comprar. Si vemos que un producto tiene un precio inflado, simplemente no lo compre. Va a ver cómo en unos cuantos días el comerciante baja el precio hasta el real.

Pero necesitamos dejar de ser presumidos y dejar de decir: yo lo compré allá, donde te regalan un llaverito que ahora presumo. Por ese “regalito”, Usted está permitiendo que los productos lleguen al doble de su precio real. Y que sigan inflados los precios. No le arrojemos la culpa a la inflación, que sí existe. Revisemos mejor los precios inflados.

Además, revisemos también, nuestra forma de comprar.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 19 de agosto de 2009.

viernes, 7 de agosto de 2009

21 años. Para mi José.

Va a cumplir 21 años y parece que hace apenas un momento levantaba los bracitos diciendo: “apa, apa”, lo que en su idioma significaba que quería que lo cargara.

21 años y recuerdo como si fuera hoy, hace un momento, que tuve la fortuna de bañarlo, de peinarlo, de vestirlo, de arroparlo, de cargarlo, de mimarlo… qué rápido pasa el tiempo.

Claro, son dos mis hijos y con los dos viví, he vivido y espero seguir viviendo experiencias únicas, indescriptibles, inenarrables, distintas, cada uno es singular y subjetivo, como me enseñara, pues aduce que como no es objeto, no puede ser objetivo. Que es sujeto y por ende, debe ser subjetivo.

Y yo, que presumo de estudios y escuelas y títulos y esas cosas que sólo sirven para que llegue otro con más diplomas y te calle, me quedo espantado pues nunca escuché términos como esos… no sé que aprenden los chavos de hoy.

Además, además, la música. Cierto, yo los enseñé y les compartí música buena, Elton John, Led Zeppelin, America, Fleetwood Mac y cosas así, suavecitas, decentes y con ritmo y ellos oyen puro ruido casi infernal… y además, tocan!!!

Pero es mi hijo y cumple 21 años y… ¿qué quiere Usted que haga yo como padre?

Tal vez, que ponga cara de serio y le prohíba salir. No, mejor no.

Bueno, lo regaño algo y le digo que llegue temprano, a las once o doce de la noche… no, pues a esa hora apenas va a salir.

¡¡Ya sé!! Que venga la mamá y ella sea la que le diga, la que le diga, la que le diga… ¿qué?

Un día lo estaban regañando: pórtate bien, estudia y cosas de esas que decimos los papás para sentir que actuamos como lo que aparentamos y contestó: voy en noveno semestre y no debo ni una sola materia…

Hubiera querido que volviera el tiempo a cuando era niño y le decía: ¿qué sacaste, José? Y su infantil respuesta: diez, papá. Y yo contestaba, como canción de disco rayado: ¿otra vez diez? Dile a la maestra que te ponga once, pues hace mucho que no subes calificaciones… y me decía, papá, no hay más de diez y entonces yo ponía cara de serio y formal y como que me resignaba… pero luego lo abrazaba y le daba un ataque de besos.

¿Y ahora?

Cumple 21 años. Ahora le digo: respeta a las muchachas, no manejes ebrio, no fumes cosas de esas y lo normal que le puede decir un padre que quiere a sus hijos. Y su respuesta: Papá, sé lo que hago.

Y le digo: voy contigo con las muchachas… pero la mamá no me deja.

Según que él debe vivir su propia vida.

¿Y yo?

¿Yo que sólo vivo para ellos?

¿Qué voy a hacer?

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.

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Monterrey, N.L., 07 de agosto de 2009.

De la deducción de la gasolina.

Con motivo de los problemas surgidos con la "ordeña" de los ductos de Pemex, pongo a su disposición, mi querido lector, la nota que publicara el jueves 14 de diciembre de 2006 en el Periódico El Porvenir, pues la considero de actualidad y que textualmente reza:

Se ha formado una gran polémica respecto a la disposición emitida por la Secretaría de Hacienda, a efecto de que quienes deseen deducir los gastos ocasionados con motivo del pago de combustibles, específicamente la gasolina, deberán pagar con tarjeta de crédito, débito o cheque.

Las gasolineras, por su parte, se oponen a dicha medida, ya que la banca les traslada costo por el uso de las terminales punto de venta.

El usuario se queja de la tardanza en la expedición de factura y de la comisión que le carga el expendio de gasolina, precisamente por el uso de las tarjetas.

Luego, Hacienda dijo que mediante carta mensual en la que se justifique la razón de pago en efectivo, podrá hacerse deducible.

Obviamente, ello implica mayores gastos en registros contables, pérdidas de tiempo, frustración del usuario, etc. A la larga, tal vez el pueblo pueda habituarse a la medida, pero definitivamente que no es práctica ni popular.

Ni uno solo de los implicados en la disposición está satisfecho con la misma.

Al respecto debemos recordar que los impuestos son una carga que pesa sobre el individuo desde su concepción y de la que no se libera tal vez ni con la muerte.

El asunto es hacer que un impuesto sea lógico, proporcional, equitativo, etc., precisamente los atributos de que debe revestirse un gravamen de tal tipo.

El Gobierno, por conducto de la Secretaría de Hacienda, pretende controlar vía fiscal las posibles elusiones que se cometen cuando alguna empresa, obtiene facturas de gasolina sin haber consumido el producto y las presenta en sus deducciones de impuestos.

En la especie, aún cuando se pague con vales de gasolina previamente adquiridos para obtener la factura, aún cuando se pague con tarjeta de crédito o débito, ¿cómo puede Hacienda tener la seguridad de que la gasolina que ampara la factura realmente se utilizó en los vehículos de los que se pretende deducir? Vamos.

Se supone que una empresa o un contribuyente dan de alta un vehículo, precisamente como herramienta de trabajo y entonces, todos y cada uno de los gastos del mismo, podrán ser deducibles.

¿Acaso mañana obligarán a que las refacciones, ponchaduras de llantas, cambios de aceite, etc., se paguen con tarjeta de crédito, débito o cheque? La medida, así planteada, resulta absurda, ilógica y contraria a cualquier fin práctico.

Sin embargo, existe la tecnología suficiente para lograr que cada operación que se realice, incluyendo aquellas que se hagan en efectivo, quede registrada para libros contables, auditables por el Gobierno.

Trataré de explicarme. Cuando usted paga con tarjeta, ya de crédito, ya de débito, o con cheque, la operación queda registrada para Usted, no para el proveedor, que no necesariamente está obligado o debe enterar a la Secretaría de Hacienda de la forma en que le pagaron.

Ejemplo: Va usted a una tienda que cuente con terminal punto de venta, paga con tarjeta, y la operación se registra: usted, la tienda y su banco, saben de ella.

Le llega un estado de cuenta a usted donde le informan de las disposiciones y cargos realizados.

La empresa, en el caso de pago con cheques, si los recibe al portador, válidamente puede endosarlos o transferirlos a otra persona ajena a la empresa y no queda huella de la operación.

Nadie tiene interés más que la propia Secretaría de Hacienda que funcione el sistema propuesto.

Ahora bien, me permito presentarle una forma de lograr en que sea Usted, amable lector, el que tenga interés en que la operación quede registrada.

Diversas negociaciones comerciales han lanzado tarjetas que denominan de cliente frecuente, del aprecio, del ahorro, de fidelidad, etc., en las que en cada operación que usted realiza, le abonan a ese medio electrónico uno o varios puntos proporcionales a la erogación efectuada.

Obviamente, esa operación queda registrada en la negociación y para usted, que tiene interés en que le abonen los puntos, ya sea para canjearlos por efectivo, como en las tarjetas de crédito, o para obtener viajes de cortesía, como en las líneas aéreas, o por noches gratis, como en los hoteles, o por mercancías, como en las grandes tiendas.

Si en cada pago que usted realice, en efectivo, cheque o tarjeta de crédito o débito, usted presenta una tarjeta que le proporcione el Gobierno, a su nombre, del tipo de las que entregan las tiendas, y en las que una parte del IVA se abone en una cuenta abierta a su nombre, usted procurará que cada operación que realice, se registre, pues obtendrá beneficios.

Ahora, procedo a aclararle cuál es el beneficio: Se trata de que se eleve el Derecho al Ahorro y a la Seguridad Social a rango Constitucional en base a una adición al Artículo Cuarto de nuestra Carta Magna.

Hasta la fecha, en México y el mundo, la Seguridad Social queda soportada sólo en quienes cuentan con una relación laboral formal, es decir, sólo en aquellos que dependen de un patrón determinado.

Sin embargo, existen muchas ofertas de seguridad social: el I.M.S.S, el I.S.S.S.T.E., las Universidades Públicas, las Fuerzas Armadas, los Organismos Públicos Descentralizados, los Gobiernos municipales, estatales, etc. Cada uno de ellos establece sus propias condiciones y sus propios requisitos.

Cada uno de ellos cuenta con sus propios fondos y los maneja casi a su libre albedrío.

No existe posibilidad de transferir la antigüedad de uno a otro. Vamos, no existe la "portabilidad" de la antigüedad de un sistema de pensiones a otro, no al menos, de manera legal.

La propuesta consiste en crear, en paralelo a los sistemas que actualmente funcionan, respetando sus propias bases, un sistema que permita otorgar a la totalidad de la población Seguridad Social, y que los reconozca a todos.

Si en cada operación que Usted, profesionista independiente, menor de edad, ama de casa, migrante, etc., realice, presenta una tarjeta en la que le abonarán uno, os o más puntos del IVA, mediante la creación de un impuesto en el que la propia población tendría interés en que se maneje, y va labrando un fondo que le permita obtener una jubilación al momento de cumplir determinada edad, digamos 60 años, con independencia de que Usted haya laborado para un patrón determinado, o que haya cambiado de empleo en múltiples ocasiones, Usted será el primero en pedir que se cobren los impuestos como corresponda.

Si cuando usted adquiere un vehículo con factura, le es abonado el equivalente a un punto de IVA, Usted estará contribuyendo a formar su propio ahorro.

Por supuesto, para abonarle el tanto del impuesto a crear, el vendedor estará obligado a reportar a Hacienda la operación, ya que de no hacerlo, usted será el primer interesado en reportar a la Secretaría de Hacienda de la omisión del vendedor, tal como hacen las señoras en los Supermercados, cuando no les aparecen los puntos prometidos por la tienda.

La propuesta es crear el Impuesto de Aportación de Seguridad Social Indirecto, I.A.S.S.I. por sus siglas, que sustituiría uno, dos o más puntos del importe del IVA, y esa cantidad se abonaría en su propia cuenta.

Imagine Usted cuántas operaciones realiza diario, de las que no pide comprobante, nota o factura.

Sólo usted y su proveedor saben de la operación. La Secretaría de Hacienda se entera, a veces, cuando el proveedor le informa.

De las cantidades que se vayan ahorrando, podrá usted disponer de un 25% cada tres años, a efecto de que siempre vaya acumulando saldo en su favor.

Al ser dinero de impuestos ya pagado por usted, esas cantidades ya no cubren ningún otro tipo de gravamen.

Cada particular podrá depositar en su propia cuenta, el importe correspondiente a uno, dos o más puntos del IVA.

Cuando sea el Gobierno, por conducto de sus múltiples dependencias el que compre, el punto o dos se acumularán en una cuenta común, que servirá para pagar las pensiones de quienes nunca tienen oportunidad de ahorrar.

Igual, podrá apoyar las finanzas de los Organismos Públicos encargados de proporcionar pensiones, por ejemplo, el I.M.S.S. y el I.S.S.S.T.E. Suena lógico, factible, y sirve para muchos otros efectos. El tema da para mucho más y ojalá logre interesarlo, amigo lector, pero por razones de tiempo y espacio, será necesario continuar en otra ocasión.

Sólo me resta decirle que ya existe planteado de manera formal ante Usted, amable lector, pues ya fue publicado como texto, precisamente con el nombre de "El Derecho al Ahorro y a la Seguridad Social como Garantías Individuales" por Editorial Elsa G. de Lazcano, S.A., aquí en Monterrey. Ojalá logre interesarlo.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

Comentarios: josegomezporchini@yahoo.com

El autor es Licenciado en Ciencias Jurídicas por la UANL, diplomado en Informática por A. e I., Cd. Victoria, Tam; Maestro en Derecho Constitucional y Amparo por la U.A.T: miembro de número de la Academia Mexicana de Derecho del Trabajo y de la Previsión Social.

Nota publicada en El Porvenir de Monterrey en el siguiente enlace:

lunes, 3 de agosto de 2009

El Impostor. Jeffrey Archer.

En 1974 Jeffrey Archer escribió su primera novela: “Ni un centavo más, ni un centavo menos” o “Not A Penny More, Not A Penny Less” por su título en inglés.

Conocí la obra unos cuantos años después, por sugerencia de mi amigo Santiago Saldívar, dueño de un deseo de saber impresionante que en poca gente he encontrado y quien fuera mi compañero en la Escuela Primaria “Adalberto J. Argüelles” en Matamoros, la tierra en la que crecí.

Recuerdo que me la recomendó en un viaje de Cd. Victoria a Monterrey y llegando la busqué y la leí. Maravillosa novela, como todo Archer.

Al tiempo, fui buscando las novedades editoriales de Archer y se empezaron a sumar en casa: Kane and Abel, La Hija Pródiga, Un Carcaj lleno de flechas y muchas otras más.

Luego supe que en 1969 nombraron a Archer el Diputado más joven en la Cámara de los Comunes en Inglaterra y después, que en 1992 lo hicieron Lord.

Nacido en Londres, Inglaterra, el 15 de abril de 1940, su pluma lo ha llevado a ser uno de los líderes de opinión de la lengua inglesa y además, uno de los más reconocidos novelistas del mundo actual.

Pasó también por la amarga experiencia de un juicio por perjurio que lo llevó a ser condenado a cuatro años de prisión, tiempo que igualmente le valió para publicar algunas más de sus múltiples obras.

Obvio, la producción de Archer ya se ha traducido a más de 32 idiomas en 63 países con un total que excede los doscientos cincuenta millones de copias vendidas. De ellos, tengo en casa uno de cada uno de los que ha publicado.

Sólo entre Usted y yo, déjeme contarle que algunas de las obras de Archer he debido comprarlas en inglés para poderlas leer, pues los editores en español se tardan mucho en traducir, por lo que entre mis mejores recuerdos tengo las tardes en el café, con mi libro de Archer y dos o tres diccionarios español-inglés, para poder comprender el sentido de lo que quiso explicar el autor y así, poder comprender la trama completa. Como todo buen novelista, Archer va hilando sus tramas como con filigrana, es decir, con hilos de oro tan delgados, que si uno como lector pierde una sola palabra, pierde el tejido completo.

Por eso es grandioso Archer. Por eso es Archer, el novelista más aclamado de la actualidad.

Ojalá pudiera Usted, mi querido lector, gozar y disfrutar de cualquiera de los textos de Archer. Son ampliamente recomendables.

No le digo que le presto los míos, pues ahora que los busqué para escribir estas palabras, ¡están en el librero de mi hijo José! Al parecer y sin que yo esté enterado, han sido requisados en su favor. Falta ver si podré hacer valer algún recurso… no se pierda la continuación en el próximo capítulo.

Por lo pronto déjeme contarle que El Impostor, la novela de Archer publicada en español en mayo de 2009, es decir, hace apenas dos meses, trata de la historia de Danny Cartwright, injustamente acusado y condenado por un asesinato que él nunca hubiera cometido.

De la razón de que nunca lo hubiera cometido, necesita hurgar en el libro. La causa de que lo hayan condenado, es tan clara y tan común, que podría ser cualquier país tercermundista, aún cuando el autor la ubica en la Inglaterra actual.

La forma de escaparse, apenas leyendo el libro. Excepcional y fuera de toda lógica.

Lo que hace con su libertad… a lo que se dedica, es el ingrediente de las obras de Archer.

En español son 575 páginas llenas de emoción, de misterio, de aventura, de intriga, de ganas de saber lo que sigue… así que imagínese que lo haya leído sólo por ratitos, en los semáforos, en las tardes de espera, pues siempre existe algo más importante que la lectura… la verdad, es un placer deleitarse con una obra de Archer.

Aún cuando Usted diga que no le gusta leer, busque el libro. Se va a dar cuenta que lo que necesitaba, era que le recomendaran un buen libro. Ahora lo tiene. Gócelo. Disfrute Archer.

Algunas de sus obras ya son películas o miniseries. Es decir, ya pueden verse con grandes actores.

Usted tiene ahora la posibilidad de ser de los primeros en leer El Impostor, una obra maestra.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.

Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/


Monterrey, N.L., 03 de agosto de 2009.