lunes, 15 de febrero de 2010

Entre lo legal y lo justo.

Hace tiempo bulle en mi mente la diferencia tan marcada entre lo legal y lo justo. No es lo mismo lo legal que lo justo. No pueden serlo. Estamos hablando de dos términos que pertenecen a dos distintos géneros.

Mientras el primero, lo legal, atañe directamente a lo tangible, a lo que podemos demostrar, a lo que puede ser acreditado, lo justo está sólo en nuestra mente, en la intención, en los sentidos.

He venido haciendo saber a mis alumnos que el derecho es de sentimientos, que el derecho nace de la sensación de que lo que hacemos es correcto, que sólo aquello que sentimos es bueno puede ser llevado a plasmarse en ley, pues de lo contrario, podremos obtener una norma legal, pero no justa.

Voy a tratar de demostrarlo.

Usted, cumplido, paga sus impuestos y sabe que quien los pague fuera de término tendrá una sanción, pues así lo dice la ley. Usted por eso paga, para evitar el pago extra o la sanción que aparece en la norma. Pero resulta que el nuevo funcionario público decreta que los pagos de esos impuestos tendrán una rebaja del cien por ciento en multas, recargos y actualizaciones y además, con pagar sólo el sesenta por ciento del impuesto referido habrá cubierto su carga impositiva. Podrá ser legal, pues existe una ley que así lo establece, pero no es justo. Usted pagó a tiempo, sabiendo que existía una sanción para el que no pagara. No se vale que después, le cambien las reglas del juego. No se vale que premien al incumplido y castiguen al justo.

Por eso los mexicanos no cumplimos, pues siempre estamos esperando que aparezca una nueva ley que nos dispense de nuestra obligación.

Igual. Una señora vive veinte o treinta años con su marido pero luego se divorcian. Ella se queda con la casa, pero no tiene bienes de fortuna para mantenerla y está a la expectativa de lo que le dé el que fuera su marido. Pero él se casa con una chamaca de apenas cuarenta años y en plena luna de miel, recuerde que se casó, él muere.

La pensión y todos los derechos derivados de la relación laboral del de cujus, que significa el señor que murió, son para la nueva esposa, pues así lo establece la legislación o derecho positivo. ¿Y la que fuera su esposa por más de veinte o treinta años, qué? Cierto, se divorciaron… pero… ¿así sin más ni más se va a quedar la segunda con todos los derechos y la primera sin beneficio alguno?

Tal vez sea legal, pero no es justo.

El señor que promueve un juicio para rescatar a su menor hija o hijo secuestrado por una caterva de maleantes que al final, logra que los encuentren y sólo se entera por la prensa que les dieron un castigo de tres días sin ver la tele y veinte pesos de multa… si a tanto llega la ley. Es legal, pero no es justo.

En cambio, si a alguien le dejan averiadas las sentaderas pero tiene dinero para ponerlas de todos los tonos a cada rato o cuando menos, cada vez que las quiera lucir como nuevas, ese alguien podrá demandar y de inmediato habrá logrado excitar al órgano de administración de justicia, pues poderoso caballero es don dinero, si no, cuestión de preguntarle a Quevedo, que hasta un verso le compuso en tales términos.

Luego entonces, si la diferencia entre lo legal y lo justo está en la apreciación que cada uno podemos tener de lo que se nos manda, lo correcto será permitir que gente del pueblo, de la que sabe el día a día de lo que sucede en la vida, sea la que intervenga en la elaboración y redacción de las leyes.

Pues, ¿de qué nos sirve enviar a un genio a redactar las leyes, si no sabe que para trasladarse al trabajo se hacen dos horas en servicio público de transporte, si bien les va, pues nuestro legislador, el que confunde gimnasia con magnesia, sólo se ha transportado en coche importado, de los de cuatro aritos o de estrella de tres puntas, de esos que no aparecen en los lotes donde fían los carros pero sí, donde los prestan a seis meses sin intereses, sin pagos?

Necesitamos legisladores que sepan que pueblo es vivir sólo con el producto del trabajo y además, explicarles que trabajo es todo esfuerzo destinado a obtener satisfactores, por lo que cualquiera que tenga que comer, debe trabajar.

Además, decirles que empleo es gozar de la protección de alguien que te permite disfrutar de seguridad social, de horario de entrada y salida, de la protección de la legislación del Trabajo, que debería ser Ley Federal del Empleo, pues lo que protege son los empleos, no los trabajos.

A esos, en nuestro México, no los protege nadie.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/

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