viernes, 10 de septiembre de 2010

Sesenta años


El martes catorce de septiembre de dos mil diez, habrá de realizarse una reunión que, por lo que celebran, pocas veces se ha visto.

Van a reunirse quienes fueron compañeros de la facultad, algo que de por sí es maravilloso, ahora que cumplen sesenta años de haber egresado de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Nuevo León, así, sin lo de Autónoma, pues aún no adquiría esa cualidad.

Sesenta años de ir haciendo la vida, de tener sueños, de verlos construirse y también, de ver algunos derrumbarse. Es la vida. Sin embargo, los que habrán de reunirse aún están aquí, aún pueden sentir y gozar y reír y llorar y disfrutar la vida, aún pueden hilvanar ilusiones, como el sólo hecho de haber programado este maravilloso festejo.

Estoy enterado de la reunión pues tengo el privilegio, enorme, de que mi Madre sea una de las egresadas, una de las que van a reunirse y que con orgullo, ostenta su título universitario como Química Farmacobióloga, Q.F.B.

Mi madre, María Guadalupe Porchini Galván cursó los estudios junto con mi Tía Isabel García y muchos otros compañeros. A unos, los conozco y de otros, sólo sé que existen. De todos he sabido por charlas, de todos he tenido noticia pues los amigos de siempre, están en las oraciones de los demás.

Ahora es fecha que cumplen sesenta años de haber terminado su carrera profesional.

Si sesenta años son suficientes para hacer una vida, sesenta años como profesionista son un logro de lujo. Y de eso se trata: de festejar un logro que no es común, que no es de todos los días, que no es la práctica constante en las vidas de las personas.

Hace escasos diez años los acompañé a la misa realizada con motivo de sus cincuenta años de egresados y por supuesto, que fue un orgullo. Entre mis trofeos más preciados tengo la placa que le obsequiaron a mi Madre en la reunión de los Cincuenta Años.

Ahora habrá un desayuno de lujo, con servicio y atenciones y familia y bromas, claro, entre ellos, con toda la parafernalia que puede haber, es válido.

No todos viven en Monterrey. Mi Madre viene de Matamoros, donde fincó su vida y algunos otros vienen de distintas partes. Algunos, han sido funcionarios destacados, otros, son Químicos de éxito y todos, son seres humanos de excelencia.

El sólo hecho de que algunas mujeres obtuvieran un título profesional hace sesenta años es para ser consideradas triunfadoras. Poder celebrarlo, es un verdadero privilegio.

Y sin embargo, aún andan buscando nuevos retos. Mi Tía Isabel García, Chabelita, acaba de presentar su primer disco hace unos cuantos días. Y por supuesto, mi Madre vino a la presentación.

Tienen la suficiente presencia de ánimo como para descubrir emociones nuevas, para inventarse festejos y además, para acudir a cumplirlos. Van de gira a cantar, salen a la bohemia y hacen cosas que a mí, me parecen sorprendentes.

¿Qué más bendición pueden pedir, que ver sus vidas plenas, sus vidas hechas y sus frutos a la vista?

Sólo puedo decirles a los ayer graduados de carrera y hoy de la vida: ¡Felicidades!

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com
http://www.mexicodebesaliradelante.blogspot.com/

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