jueves, 1 de enero de 2015

Comienza 2015, regresa la esperanza.




José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante      

Escribo estas letras las primeras horas del 2015, el día primero de enero, cuando ya logré terminar 2014 y si usted me hace el honor de leerlas es que, como yo, ha hecho la hazaña de terminar el 2014, un año en el que la esperanza fue su motor principal pero en el que las desventuras, los problemas y la realidad de la vida, hubieran querido demostrarnos que estábamos equivocados.

Cierto, hubo nacimientos de bebés que, para sus padres, son los más hermosos del mundo pero también, a cambio, hubo muertes que dolieron hasta el fondo del corazón. Hubo nueva vida, que es la esperanza hecha verdad pero también, crímenes proditorios que nos llevan a dejar de creer en el hombre y su salvación. En medio de tantas emociones, ha de prevalecer siempre el regalo que Prometeo le hiciera al mundo por conducto de Pandora: La Esperanza.

En lo personal, para mí fue un año de grandes alegrías, pues tuve alumnos muy brillantes y casos jurídicos de excelencia, de esos que puedes platicar con orgullo en la charla de café, como tuve experiencias muy tristes de falta de compromiso y también, de frustración al ver que los esfuerzos por lograr triunfos jurídicos se van al traste por el propio cliente. Así, nunca se puede hacer nada bueno.

El resultado final, sin embargo, es positivo. Entre las penas y las alegrías, entre las tristezas y los triunfos, prevalecen estos sobre aquellas y podemos decir que 2014 fue un buen año.

Lo que a 2014 lo ha convertido, para mí, en un año de excepción, de esos años que nunca te cansarás de platicar, ha sido la maravilla de reafirmar el amor que existe en mi familia, la fuerza que mostraron y el coraje por salir adelante. Tal vez usted no se haya enterado, ya que creo que yo ni cuenta me di, pero un día de noviembre de 2014 fui a hacer la prueba de esfuerzo según por ciertos dolores que había tenido en el pecho y el resultado, según los doctores, resultó positivo. Para mí y según el léxico que utilizo, positivo quiere decir bueno, aprobado. Para los doctores resultó que afirma que estoy enfermo de las arterias del corazón y antes de que me diera cuenta de lo que harían conmigo, ya habían practicado un cateterismo que resolvió los problemas que tenía. Recibí grandes muestras de apoyo, cariño, amistad y amor. Me visitaron alumnos, amigos, compadres, familia y con gran esfuerzo, mi mamá. A todos les agradezco con el alma. ¡Listo y a otra cosa! Al menos, eso creía yo.

Resultó que al hacer la prueba de esfuerzo, mi tobillo se lastimó (lo acabo de saber) y me empezó un dolor insoportable. Empezaron los estudios y al principio, dijeron en unos días pasaría. Los que pasaron fueron los días y el dolor iba en aumento.

Y empezaron nuevos estudios, nuevos probables diagnósticos, más estudios y la incertidumbre, esa daga que lacera más que el desengaño o la verdad más cruel, hacía presa en mí. Ahí fue cuando se reforzaron las muestras de apoyo de todos en casa, el amor inmenso que me cobija y que por estas líneas agradezco: Tina y mis hijos me arroparon de tanto amor, que el dolor pasó hasta tener diagnóstico final: un dolor local, derivado de un cartílago que sí tiene solución y para lo que ya me dieron los medios para resolverlo.

Ya empecé el tratamiento, ya me siento mucho mejor, ya tengo nuevos bríos y ya empezó el año nuevo. Ayer era todavía 2014 y no tenía ni diagnóstico ni esperanza. Ayer, último día de 2014 me dieron la luz que necesitaba y hoy, ya estoy de nueva cuenta con emoción tratando de comunicarle a usted y solo a usted, mi querido lector, que si Dios nos presta vida y salud, aquí habremos de seguir, usted leyendo mis notas y yo, haciendo mi mejor esfuerzo por que México sea un mejor lugar para vivir. Cuídese siempre.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.




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