viernes, 30 de octubre de 2015

Cincuenta y siete años




José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante              

Los días se van sumando y hacen semanas y meses que luego se convierten en años. De pronto, me doy cuenta que ya son cincuenta y siete años y que he gozado del favor de Dios pues estoy vivo, tengo una familia, muchos amigos y he disfrutado cada día más, mucho más pues he buscado hacer siempre una locura.

Y así ha de ser la vida: una sucesión de actos que le dan forma a nuestro diario quehacer hasta lograr una identidad que nos distinga, que sea precisamente el sello que hemos de imponerle a nuestra forma de ser, algo que sea solo nuestro.

Lo que es externo no podemos controlarlo. Lo que entra en el universo de lo que podemos y debemos manejar, es la reacción que tenemos ante los factores externos. La disposición de ánimo que mostramos ante cada hecho, es lo que va definiendo el carácter. A los cincuenta y siete años ya está formado pero hay que buscar fortalecerlo, pues aún es tiempo de mejorarlo con estudio, voluntad y disposición, pero también podría perderse por apatía o por la pérdida del interés.

Cada día de mi vida he buscado algo que aprender, algo nuevo que sumar a lo que ya tengo y así, poder decir que ese día ha sido un día de provecho. Y cada día también, he tratado de hacer las cosas de tal manera que no sea la ortodoxa, la que está establecida en el librito, la que marcan los cánones. Cada respuesta, cada actitud que se aparta de las respuestas aprendidas ha ido construyendo la suma que ahora soy.

El coraje de ser abogado, en toda la extensión de la palabra, es decir, de reaccionar ante las injusticias de la vida, ha sido guía constante que ha marcado el rumbo, pues mis respuestas ante situaciones concretas han dado coherencia y unidad a una forma de vida: la que vengo disfrutando.

Que mis alumnos crezcan y que al verlos convertidos en hombres de bien entienda que ha sido un aliciente para seguir, pues a veces quisiera abandonar los esfuerzos para irme por la vía fácil pero recuerdo que es precisamente el crisol el que brinda al acero su fortaleza.

Hacer lo que dictan los cánones, obedecer al señor de la fuerza y acatar las órdenes del poderoso tal vez sirvan para ascender en la escala económica pero en la de los valores, la que nos permite vernos cada día frente al espejo con dignidad, representa un lastre que niega el derecho a permanecer erguido, a sostener la mirada y a vivir y morir de pie.

Y volteo y me doy cuenta que la vida ha sido precisamente como la había soñado: un lugar para vivir que resulte acogedor, una familia que sea la inspiración para seguir adelante, una forma de ganarse la vida en la que la constante sea disfrutar y dejar un legado. Por supuesto, la vida también es la suma de los sueños por lograr y ahí, tengo muchos, por lo que si la medida es cumplirlos, creo que voy a ser eterno.

Gracias, Tina, por más de media vida juntos; gracias, José Manuel y Daniel Ernesto. Gracias a mi madre; y a mi padre, mi agradecimiento y mis recuerdos. Gracias a mis hermanos que ayudaron a forjar mi forma de ser.  

Muchas gracias a todos por su amistad, por su presencia y por su apoyo. Son el valor de mi vida.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

1 comentario:

  1. Pues con su vida, con sus cortos 57 años, le ha dado sentido y fuerza a ese título "Méxivo debe salir adelante". Qué orgullo conocerlo, desde lejos, desde los pasillos, me puedo imaginar lo que han disfrutado esas personas que han marcado su vida. A continuar con esta aventura, que le falta más de la mitad, que como bien dice, si se trata de cumplir sueños uno podría ser eterno. Felicidades por su vida pero principalmente por esa lealtad y fidelidad a sus creencias. Gracias

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