sábado, 25 de abril de 2015

Los beneficios de la honestidad y otros valores



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante              


Hoy vengo ante usted, mi querido lector, a platicarle parte de una historia que aparece en una película que seguramente ya vio: Una mente maravillosa, la historia de John Nash, quien ganó el Premio Nobel de Economía en 1994 por sus esfuerzos, en especial, por lo relativo a la Teoría de Juegos.

En este caso vamos a comentar precisamente la “Teoría de Juegos” por la que recibió el Nobel Nash y el que tal vez sea su problema más famoso: El dilema del prisionero.

Se trata de lo siguiente: detienen a dos personas. Cada una es internada en una celda diferente. La policía no cuenta con elementos suficientes para acusarlos pero tiene a la ley que dice:

8 años de cárcel si los dos se declaran culpables.

Un año de cárcel si ambos lo niegan.

Si uno confiesa y el otro no, el que confiesa sale libre y el otro se queda con una pena de 12 años de prisión.

Si tú confiesas y tu cómplice no, tú sales libre y él se queda 12 años en la cárcel.

Si el socio confiesa y tú no, él sale libre y tú te quedas 12 años.

Así, sin pensar mucho, ¿Cuál será la mejor respuesta?

Si los dos lo niegan, a pesar de la falta de pruebas, será un año de cárcel a cada uno y pueden salir bajo fianza.

Sin embargo, como siempre gana el egoísmo, los dos confiesan y culpan al otro. El resultado es la primera opción: 8 años de cárcel a cada uno y luego, los rencores entre ambos.

¿Por qué fue ese el resultado? Por el egoísmo.

Si los dos hubieran sido altruistas, desprendidos, además de honestos, hubieran negado el delito y así, lograrían la condena mínima que además, les permite quedar libres bajo fianza. Pero no, les gana el egoísmo y prefieren delatar al otro, a pesar de que no sea cierto.

De igual manera, si usted se conduce con los valores que casi todos predicamos pero que muy pocos cumplen: verdad, honestidad, congruencia, respeto, inclusión y todas esas palabras que adornan los discursos pero que son ajenas a la vida diaria de muchos, se va a dar cuenta de pronto que generan dividendos, siguiendo la Teoría de Juegos de Nash.

Uso ejemplos: si usted le paga buen sueldo a sus empleados, si cumple con su función como patrón honesto, va a obtener a cambio trabajadores comprometidos que van a luchar por hacer que la empresa progrese.

Otro: Si usted se niega a participar en la corrupción tal vez va a tener algún problema, pero la verdad, a la larga va a lograr que cambie el sistema. Negarse a ser parte del “sistema” tal vez vaya en contra de lo que se maneja en el país, pero sí es lo que vamos buscando la inmensa mayoría.

Si usted participa en política, no en un partido, sino en los problemas de la ciudad, va a ser parte de la solución. Si sigue en los partidos, es parte del problema.

Si usted es padre de un hijo, asuma su compromiso, que va más allá de darle un peso. Cárguelo, arrópelo, protéjalo y enséñelo a ser responsable. No le permita la libertad de hacer su voluntad porque algún día usted y la sociedad se darán cuenta que ha formado nuevos próceres políticos, como los que ahora son la vergüenza del país.

Lo que necesitamos es que cada uno asuma sus responsabilidades (que por cierto muchos lo quieren hacer pero el “sistema” no los deja) y así nos daremos cuenta que el país va a ir cambiando en el rumbo que buscamos. Ese es el juego que en teoría nos va a ayudar: La Teoría del Juego aplicada a las Ciencias Sociales.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.



jueves, 16 de abril de 2015

Caso Carmen Aristegui vs. MVS



En el expediente 672/2015 seguido ante el Juez Octavo de Distrito en Materia Administrativa del Distrito Federal, la conductora Carmen Aristegui impetró el amparo y protección de la justicia federal contra actos que, de consumarse, implican violación a sus derechos humanos, incluido el de dedicarse al arte, oficio o profesión que le acomode.

Ello tiene su origen en la orden dictada por MVS quien de manera unilateral modificó los lineamientos impuestos a sus conductores, pues les limita en el ejercicio de la práctica periodística, que estaba prevista en el contrato de prestación de servicios celebrado entre la conductora y la empresa.

Es decir, no es precisamente el despido desde el punto de vista laboral lo que se impugna, sino la decisión de dar por terminado un contrato mercantil de prestación de servicios y como consecuencia de ello, se le negó el acceso a la empresa.

Estamos en presencia de un acto de particular que actúa como si fuera autoridad, pues sus actos tienen la posibilidad de vulnerar los derechos humanos de las personas con quienes interactúa, en especial, por el hecho de que las facultades y privilegios de que goza derivan de una concesión federal, lo que lo convierte en autoridad para efectos del amparo.

Cambia totalmente la perspectiva y extiendo mi más cálida felicitación a los abogados de la conductora, que en pos de lograr justicia, han sabido plantear de manera correcta su lucha por defender sus derechos.

José Manuel Gómez Porchini



lunes, 13 de abril de 2015

El derecho laboral y la realidad social




La semana pasada concluimos la nota con la siguiente interrogante: ¿Qué cambios se deben hacer en la legislación para adecuar el derecho a la realidad? Y a eso nos vamos a dedicar en la presente nota.

El derecho laboral, que no del trabajo como ya hemos comentado, ha tiempo quedó obsoleto. Las figuras señeras de las relaciones laborales se perdieron en el tiempo y ahora ya no funcionan más. Es decir, debemos recomenzar casi de cero.

Las definiciones ciertas: patrón, trabajador, jornada de trabajo, subordinación y pago, ya no son como las aprendimos y las hemos venido enseñando. Ahora patrón es el amigo que nos invita a colaborar con él, en una empresa sin forma ni estructura y de pronto, como emprendedores, ya están manejando millones con una idea que tal vez llevaron a clase como proyecto y ya es una realidad. A ese patrón no se le pueden aplicar los requisitos del artículo 132 de la Ley Federal del Trabajo, pues no es esa la estructura. El trabajador es ahora un amigo, un conocido a quien se le hace entrega de un dossier y sale a vender, a buscar contactos, a hacer amarres y de pronto logró colocar un pedido que va a mantener ocupada a la compañía los siguientes dos o tres años. Y él va a cobrar por cada operación, pero ya no va a hacer nada.

La jornada de trabajo, esa de siete de la mañana que inicia con el silbato de la fábrica y hasta las tres o cuatro de la tarde, ya no existe. Para empezar, las distancias y los medios de transporte ahora son tan distintos que muchas veces requieres dos o tres horas para llegar al centro de trabajo. Así no funciona, por lo que ahora la entrada es más o menos como a las ocho de la mañana y sales cuando consideres haber terminado, sin que tenga que ver con las ocho horas de la ley. Por tanto, habrá jornadas de cuatro o cinco horas como habrá de doce o catorce o más horas de trabajo. ¿Horas extras? Vamos, si la corte ha dicho que si puedes ver la televisión no necesitas horas extras…

El último de los elementos que configuran la relación laboral: la subordinación a cambio de un salario. Ya no existe así. Ahora resulta que contratas a alguien para que haga un trabajo y decide hacerlo desde su casa “porque así es más cómodo” o buscan cualquier otra razón de peso pero lo cierto es que el obrero aquél que temblaba a la voz del capataz ya no existe. Tampoco existe el capataz que ponía a temblar a todo mundo. Las normas de trato, los manuales de derechos humanos, la posibilidad de ser exhibido en las redes sociales, todo, ha contribuido al cambio total de paradigmas.

El bastión más importante del obrero, la seguridad social, la posibilidad de mantener la capacidad de ganancia cuando los años o las enfermedades hayan minado las fortalezas, está en riesgo de muerte.

El IMSS ha buscado la manera de mantenerse vigente y los que lo han manejado, la única solución que encuentran es aumentar las cuotas.

Los demás organismos de seguridad social van cavando sus propias tumbas ante la realidad innegable de que actuarialmente, arrojar el peso de la seguridad social en un solo sector, los integrantes de la relación laboral formal, patrón y trabajador, es insostenible.

Lo interesante será encontrar la fórmula que permita que los trabajadores, no necesariamente los empleados, puedan disfrutar legalmente de lo que perciben, con todos los beneficios de una relación laboral formal como ahora la conocemos.

Y procedo a ilustrar: un ama de casa, un trabajador eventual, un profesionista independiente, los tres, son ejemplo de la gente que trabaja y contribuye al engrandecimiento del país. Pagan impuestos, todos lo hacemos, pero no obtienen, en lo personal, absolutamente nada. Un obrero o un empleado de una negociación o del gobierno, tiene un salario por el que le descuentan impuestos, IMSS, Infonavit, Fonacot y todo lo que usted guste. Sin embargo, patrón y trabajador, en eso de las “estrategias fiscales” inventadas por el gobierno, ahora ya no es empleado de quien lo manda sino de una “Outsourcing” que lo explota al máximo a ciencia y complacencia del gobierno y obvio, de los patrones.

¿Qué beneficio existe para el obrero que lo dé de alta formalmente? Ninguno. Piensa que no se va a enfermar, que nunca se va a jubilar y que no es justo que le descuenten tanto para el pésimo servicio que otorga el IMSS.

Y una gran mayoría piensa así y por lo tanto, el deporte nacional pareciera la “defraudación a la seguridad social”, pues para no pagar tanto, se da de alta al obrero con un salario menor al real y todos contentos. Eso, cuando se le da de alta, que reitero, ocurre en aproximadamente diecisiete millones de mexicanos cuando los que laboran para otra persona somos poco más de sesenta millones. Es decir, la población económicamente activa es mucho mayor que el número de inscritos en la seguridad social.

Y claro, si el Seguro Social tiene que atender con lo poco que le cobra a diecisiete millones a un total de casi sesenta millones, incluyendo esposas, hijos y padres, por supuesto que no le alcanza ni le alcanzará nunca y cada día será peor, por más que suban las cuotas.

Aquí es donde reitero la propuesta que ante usted mi caro lector he venido haciendo valer. Que todos y cada uno de los mexicanos seamos titulares de nuestra propia seguridad social mediante el pago de un impuesto indirecto que no se siente y que sí será capaz de brindar seguridad social a toda la población.

Es decir, si como están las cosas ahora se le permite al patrón dar de alta a trabajadores mediante el pago de cuotas sencillas ante el IMSS y no con toda la parafernalia que actualmente existe, si para estar dentro de la ley y ser un trabajador formal lo único que requieres es pagar con IVA lo que compras, la población buscará la forma de hacerlo, de pagar el impuesto de aportación de seguridad social indirecto, IASSI como lo he llamado, de manera que se vayan generando derechos frente al Estado como garante de la seguridad social, pero también, para cada uno por el solo hecho de ser mexicanos.

Es buscar una solución ganar-ganar, que permita proteger al obrero y también, que busca la manera de conseguir que el país sea más productivo. Una solución que a todos favorece y a nadie lastima.

Cierto, quien más pague tendrá mejor seguridad social. Eso es cierto. Pero también, hay que puntualizar que será delito utilizar dinero de la empresa para hacer compras y pretender que los puntos del IASSI se adjudiquen al comprador, persona física. Ya está desarrollado, lo único que falta es la voluntad política para hacerlo realidad.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.