domingo, 8 de mayo de 2016

Una práctica fiscal indebida y otros pequeños problemas de México.



José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante


El pasado 12 de enero de 2016, en el Diario Oficial de la Federación se publicó, entre otros, el Anexo 3 de la Resolución Miscelánea Fiscal para el 2016[1].

Ahí se establece el Criterio 1/CFF/NV que en la parte que nos interesa establece:

“se considera que realiza una práctica fiscal indebida el contribuyente que, a través de sus establecimientos, sucursales, puntos de venta o páginas electrónicas, en vez de cumplir con remitir el comprobante fiscal al SAT o al proveedor de certificación de comprobantes fiscales digitales por Internet para su debida certificación, previamente a su expedición hacia el cliente, solo ponga a disposición del cliente una página electrónica o un medio por el cual invita al mismo cliente para que este por su cuenta proporcione sus datos para poder obtener el comprobante fiscal y no permitir en el mismo acto y lugar que el receptor proporcione sus datos para la generación de dicho comprobante en el propio establecimiento.”

Lo anterior significa que cuando usted acude a un establecimiento, el que sea, del tipo o modalidad que sea, la empresa está obligada a expedir el comprobante fiscal y no solamente a proporcionar los medios para que uno vaya a su casa a hacer el trámite de obtener la factura. Es decir, no se le puede trasladar al comprador la obligación de realizar el trámite de timbrado fiscal e impresión del comprobante, cuando esa es una obligación a cargo de la empresa o establecimiento. No entenderlo así implica incurrir en una “práctica fiscal indebida” y tendrá las consecuencias que la ley impone al transgresor.

Sin embargo, no termina ahí la práctica fiscal indebida. Desde el momento en que la empresa evade su obligación de expedir el comprobante fiscal, es decir, de emitir la factura, está pensando en que así evita el costo de la impresión de dicho comprobante y si son muchas las facturas de un día, imagine usted lo que puede ahorrar en papel, tinta y personal encargado de hacer las facturas. Claro, se ahorra sueldos, se ahorra una plaza de trabajo y se ahorra las obligaciones de un trabajador. Gana a cambio el desprecio del cliente, que como yo, no pienso regresar a la empresa donde se niegan a expedir factura, se gana también que uno piense mal, pues al no hacerlo, uno piensa que esa empresa no reporta ingresos y en consecuencia, no paga impuestos, como también puede uno pensar que no paga trabajadores para no pagar seguridad social y así, se va armando la cadenita de yerros, de pequeños problemas que son los que tienen a México en el lamentable estado en que se encuentra.

Antes, el patrón era el dueño de las herramientas de trabajo y el obrero aportaba su fuerza y a cambio, recibía un salario. Ahora, el patrón elude su obligación y al trabajador se le carga el aportar la herramienta de trabajo, que va desde acudir con su equipo de cómputo a la empresa para desde ahí trabajar, hasta utilizar su vehículo en las labores de la empresa. A veces, el patrón paga la gasolina, pero no el mantenimiento y muchas veces, la inmensa mayoría, el patrón no reconoce gasto alguno en favor del obrero.

También, el obrero debe aportar su propio teléfono celular para estar disponible a las órdenes del patrón. ¡Y pobre del obrero que no proporcione los datos de su celular a la empresa! Incluso puede llegar a ser despedido, claro, sin causa ni razón alguna, pero así están las políticas actuales.

Antes, el patrón le proporcionaba a usted su recibo de salario. Ahora le dicen que usted entre a la página de la empresa a descargarlo. El principio es exactamente el mismo: se ahorran papel, tinta y empleado a cargo de la impresión. Usted diga qué se gana la empresa.

Lo que nos corresponde como ciudadanos es denunciar lo que está mal y no apoyar prácticas corruptas. Vamos a unirnos para decir, para hacer saber, para denunciar lo que está mal, hasta que al corrupto le de vergüenza o hasta que alguien cumpla su obligación y se haga justicia.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

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