miércoles, 22 de febrero de 2017

De generaciones y sus problemas



 
A Cecilio Rocha, mi compañero y amigo de muchos años. No importa que sea de otra generación…

José Manuel Gómez Porchini / México debe salir adelante          


A lo largo de los tiempos, el hombre, tan dado a clasificarlo todo, ha dado nombre a las generaciones cuando de algún modo destacan en la vida. 

Antes que otra cosa, se impone describir el significado de generación y para ello, nos remitimos a lo que el crítico alemán Julius Peterson señala para hablar de generación literaria: “Nacimiento en años poco distantes; Formación intelectual semejante; Relaciones personales entre ellos; Participación en actos colectivos propios; Existencia de un “acontecimiento generacional” que aglutine sus voluntades; Presencia de un “guía”; Rasgos comunes de estilo (“lenguaje generacional”); Anquilosamiento de la generación anterior”.

Sin embargo, no hemos de constreñirnos a tratar el mundo literario. Vamos por las generaciones de seres humanos que con sus actos han cambiado el rumbo de la vida en la tierra. Se debe aclarar que se incluye a la mayoría de un grupo, pues siempre habrá quienes sean la excepción que confirma la regla.

Un grupo de poetas, dramaturgos y literatos que mucho hacía por destacar, entre los que se encontraba Hemingway, fueron llamados como “La Generación Perdida”, en alusión a que ninguno de ellos parecía sentar cabeza y que solo eran buenos para la charla, la sobremesa y la amistad. Pero cambiaron al mundo.   

Inmediatamente después de esa “Generación Perdida”, aparecen los que recibieron por nombre “La Generación Grandiosa”, que gozaron de “La Belle Epoque” y que se distinguieron por su enorme capacidad de producción, tanto literaria como artística, escultura, pintura y todas las demás expresiones.

Pero la Gran Guerra, como se conoció también a la Primera Guerra Mundial trajo modificaciones en los patrones de conducta y a los nacidos entre 1925 y 1945 se les llamó “La Generación Silenciosa”. Estudiaron, acataron todo tipo de instrucciones, como no, si de niños aprendieron que desobedecer implicaba ser alcanzados por una bala. Sufrieron en silencio y entendieron que el mundo era un lugar como la antigua Esparta, donde se imponía el deber al placer.

A ellos, la generación de nuestros padres, sigue en la que me tocó nacer: Los Baby Boomers, llamados así porque al momento en que se controlaron las grandes guerras, inicia una explosión demográfica de tal magnitud que le da nombre a la generación. Además, crearon un “boom” o una explosión que todo lo criticó. Se da para los nacidos entre 1946 y 1965. Fueron los veinte años que cambiaron de un mundo casi manual y rústico, a las exquisiteces de la refinación. Dejaron de usar el sostén, que fue un símbolo de opresión para las mujeres; les tocó iniciar la era del consumo y por supuesto, las protestas y la vida de los hippies; conocieron de cerca el despertar de la sexualidad tan reprimida y probaron todo tipo de drogas. Con todo ello, de esta generación destacan los grandes pensadores que tanto cambio han dado a la situación actual y por supuesto, los idealistas que criticamos la forma de ser del mundo. Por supuesto, ahí están James Bond, Mauricio Garcés, El Santo y todos los que encarnaron el ideal de caballero, atento y valiente que se buscaba. El ser humano capaz de todo, que era una de las características de esa generación.

Como los tiempos han avanzado a velocidades vertiginosas y cada día marcan una nueva distancia de todo lo anterior, de pronto surge la llamada Generación X, que abarca de mediados de los años 60s y hasta 1982, que representa la transición tecnológica. Son creativos, impacientes, abandonando todo tipo de límites en lo moral y por supuesto, carecen de héroes como a los que estábamos acostumbrados. Sus ideales no son en blanco y negro, pues se encuentran matizados de tal manera que a quienes más respetan, son a quienes más problemas han tenido: Bill Clinton, Madonna, Michael Jackson y por supuesto, las caricaturas de los Simpson, contestatarias como el que más.

Llega en seguida la llamada Generación Y, llamada también “Millennials”, los “nativo digital”, que al momento de nacer ya todo era cibernético. Teléfonos celulares, hornos de microondas, televisión de plasma, computadoras personales y por supuesto, los jueguitos: Mario Bros, Sonic y todo lo que gira en su alrededor. Son los nacidos de 1982 a 1992 y que llegaron a la mayoría de edad en el año 2000. Se distinguen por usar más el lado derecho del cerebro, por ser multitareas, manejan redes sociales y saben muchas cosas. Comprenden los límites del planeta y apoyan a Lisa Simpson en sus luchas ecológicas.

A pesar de que los de la Generación Y apenas rondan los treinta años, ya nació la más reciente de las generaciones: La Generación Z o Generación Einstein, nacidos entre 1993 y 2000. Se comunican por redes sociales y ya no usan antiguallas como el teléfono o el tocadiscos, vamos, ya ni los C.D. pues ahora todo es vía internet.

La esperanza del mundo, que ni los Baby Boomers ni los anteriores logramos componer, es que estas nuevas generaciones comprendan el futuro que les espera si no cambian las tendencias hacia un mejor camino.

Lo más grave es que en todas y cada una de esas generaciones, ha destacado un pensamiento que afecta a la humanidad: si mis padres no me lo dieron a mí, yo se los doy a mis hijos. Y así, de pronto tenemos que ya se le conoce como “generación blandita” a la suma de las últimas generaciones. Aquellos que no son capaces de soportar un fracaso, pues de inmediato entran en crisis. De pronto sabemos que los alumnos, que están acostumbrados a que los padres les resuelvan todo en la vida, en posgrado son capaces de pedirle a su mamá que vaya a hablar con el maestro para que les ponga diez, pues es lo que sienten que merecen.

O también, los casos de los profesionistas que el día que tienen un descalabro o problema en su trabajo, en lo que hacen, no son capaces de sobreponerse y abandonan a la primera de cambios la lucha. Se dejan derrotar, se declaran vencidos pues no tienen el entusiasmo que nace de la voluntad de salir adelante.

Esa “generación blandita” ya está entre nosotros y, de hecho, es la que ya comienza a regir los destinos del país. Ojalá yo esté equivocado.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

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