martes, 21 de febrero de 2017

Justicia Social




Hay términos que se van poniendo de moda, que se vuelve lo más avanzado utilizarlos y así, tener pose de intelectual o cuando menos, de alguien que está al día en lo que sucede en el mundo.

Así, un día de pronto aparecieron en el lenguaje de izquierda, entre los que promueven la igualdad y los derechos de la gente, expresiones como “salario decente”, “justicia social” y otros que, si bien son maravillosos en el discurso, son letra muerta en la realidad.

Justicia Social podría definirse como el interés de todos, pueblo y gobierno, de conseguir el reparto justo de la riqueza; es el intento de lograr igualdad de oportunidades entre todos los integrantes de un conglomerado social, con independencia de sus orígenes y demás condicionantes sociales.

Circula en redes sociales un video que denominan: “Experimento social de las pelotas. Si todos lo vieran, el país mejoraría[1]. Indica que es una simulación de la vida y consiste en varias personas sentadas en fila: el primero, con un número ilimitado de pelotas y con facilidad de movimiento para encestar en la caja que está frente a él. La segunda, tiene tres pelotas y no se puede mover. La tercera, tiene discapacidad visual y aun cuando le dan pelotas, no puede encestar. La cuarta tiene discapacidad auditiva y a pesar que se le dieron las mismas instrucciones que al primero, es decir, que tenía posibilidad de moverse para encestar, no pudo escuchar las instrucciones. La quinta persona representa a alguien con discapacidad motriz. La sexta y última representa a quien no tiene medios: puede jugar, pero no le dan pelotas.

Por supuesto, el que está enfrente, el primero, que representa a quienes tienen todo, incluyendo las oportunidades, podrá encestar muchas veces, a pesar de haberse equivocado. El segundo, que es la clase media, tiene tres oportunidades en su vida, son las pelotas que le dieron, pero no puede moverse… ¿Cómo va a encestar? Los demás… se quedan sin oportunidades.

Ese es el sistema en que nos movemos. Pero no siempre ha de ser así y no necesariamente debe quedar sin movimiento. Para eso es el Estado. Y para eso es la solidaridad social, que debe reflejarse en el apoyo solidario de los miembros de la sociedad. Que cada uno aporte según sus capacidades, ese es el principal postulado de la seguridad social.

Y ahora estamos en una coyuntura que nos permite cambiar la situación actual por una diversa, que sirva para despegar como país.

México está sujeto a factores reales que inciden en el desempeño de la vida democrática. Dentro y fuera del país, existen presiones para obligar al gobierno a actuar en tal o cual forma.

Existe la pretendida amenaza de cobrar entre un 2% a un 6% a las remesas que los migrantes en los Estados Unidos de Norteamérica envían a México y que, según lo publicado por El Economista, en 2016 alcanzaron la cifra de $26,970 millones de dólares[2]. Según la misma fuente, en 1995 fueron $3,673 millones de dólares. Lo cierto es que el incremento en el monto de las remesas no obedece a mayor número de envíos, sino más bien, al hecho de que cada vez más, éstos se registran y contabilizan.  

Fuente: El Economista
Los mexicanos, tan pronto supieron de la amenaza del impuesto a las remesas, contraatacaron con amenazar con un impuesto del 2% a la toma de utilidades a las empresas americanas en México[3].

Y así, ojo por ojo y diente por diente, hasta quedar convertidos en un mundo de países tuertos y chimuelos.

Por eso hoy y desde esta trinchera, ofrezco al gobierno de México, que convierta en realidad la tan pretendida Justicia Social. Que aplique medidas que logren que todas las personas tengan las mismas oportunidades ante el juego que es la vida. Y para lograrlo, ofrezco el mecanismo.

Que el impuesto del 2% sea uno que se cobre junto con el IVA en México, a la generalidad de la población, con el solo propósito de conseguir seguridad social para todos. Que ese porcentaje sirva para garantizar servicio médico y pensión a todos, sin distingo alguno, incluyendo a los migrantes, que dejarían de ser ciudadanos de segunda en ambos países. Que México asuma el cuidado y protección de sus connacionales en los hechos y no solo en el discurso.

La forma de lograrlo es entregar a cada mexicano con CURP, una tarjeta que permita acumular lo suficiente, como cliente frecuente de Hacienda, para tener derecho a pensión y a servicio médico. Ya está publicada, está en mi blog. Está a sus órdenes.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.


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