jueves, 25 de octubre de 2012

De la Seguridad Social y los cambios a la Ley Federal del Trabajo.



Se han hecho varias modificaciones a la Ley Federal del Trabajo que, en la práctica, a nada nuevo conducen. No cambian a favor de los trabajadores los derechos que ya deberían ser conquista y por supuesto, mucho menos protegen a quienes no tienen una relación laboral formal.
 

En efecto, a pesar de que la ley lleva por nombre “Ley Federal del Trabajo”, a quienes protege es a quienes tienen una relación laboral formal y por ende, son empleados y gozan de los privilegios de tener un patrón que cubre los requisitos de la ley laboral. Es decir, que deberían inscribirlos en el Instituto Mexicano del Seguro Social, brindarles los derechos establecidos como son aguinaldo, vacaciones y muchos más.

Sin embargo, la propia ley permite y autoriza que los trabajadores domésticos, los comisionistas y muchos más queden fuera de la seguridad social y en consecuencia, carecen de los privilegios de un empleo formal.

De hecho, los profesionistas independientes, que pagan impuestos y contribuyen al crecimiento del país, carecen de seguridad social. Igual sucede con los trabajadores eventuales, como pueden ser los artistas, pintores, actores y actrices de cine, radio y televisión y muchos más que trabajan, pero no tienen un patrón definido que los inscriba en un sistema de seguridad social.

Es decir, el problema a resolver no es si para despedir a un empleado se le deba avisar por correo electrónico o mediante oficio por conducto de la Junta de Conciliación y Arbitraje; como tampoco lo es si las horas extras se pagan al doble o al triple. La gente quiere garantía de que lo que está haciendo es válido para forjarse un futuro, para garantizar su capacidad de ganancia cuando sus fuerzas mermen y por supuesto, saber que habrá una manera para tener acceso a servicio médico cuando lo necesite.

Por su parte, el gobierno no cuenta con los recursos para garantizar a la población abierta esa seguridad social. De hecho, no existe la infraestructura necesaria para atender a la población del país.

Los patrones, por su parte, lo que piden es la posibilidad de trabajar pero hacerlo con la tranquilidad de que su esfuerzo y sus afanes no se pierdan en gastos conexos a las relaciones laborales.

De ahí surge la propuesta de que cada mexicano, de que cada uno, sea titular por sí y ante sí de su propia seguridad social, ya no teniendo como base o fundamento una relación laboral formal, pues ante los cambios tecnológicos y de situaciones de vida que existen, ahora es posible crear un nuevo sistema.

En efecto, la propuesta que pongo en sus manos es que se brinde a cada mexicano una tarjeta que pueda ser utilizada en cada operación gravada con IVA, de manera que el equivalente a tres puntos de IVA se apliquen a favor del titular de manera que en la cuenta que se abra para tal fin, se abonen esos tres puntos y así, poder garantizar la seguridad social de la totalidad de los mexicanos.

Cuando compre una empresa o persona moral de derecho privado, los tres puntos se aplicarían a favor de la misma pero solo para pagar impuestos, de manera que ya no fuera un sacrificio para las empresas el pago de sus obligaciones fiscales.

Cuando compre el gobierno, los tres puntos se aplicarían en una cuenta concentradora que serviría para garantizar la seguridad social de quienes nunca compran, de quienes ya tengan la edad necesaria para tener derecho al beneficio y para cubrir los gastos de administración de la entidad que haya que crearse para tal efecto.

En pocas palabras, en México está la posibilidad real de modificar, para bien, la forma de llevar a cabo las relaciones laborales. Que el cambio a la Ley Federal del Trabajo sea para proteger a todos los que realizan esfuerzos físicos y no solo a quienes tienen un empleo formal.

México puede ser el primer país en brindar seguridad social a toda la población. Es solo cuestión de querer. El mecanismo está disponible y está a sus órdenes.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


domingo, 21 de octubre de 2012

La importancia de ser original



Domingo por la noche y aún no termino la nota de la semana para enviarla a quienes la publican. Vamos, como no está lista todavía, es obvio que tampoco yo he podido publicarla en mi blog México Debe Salir Adelante.

Empiezo a buscar, desesperado, apoyo como queriendo que alguien me diga: Aquí está la nota ya hecha… pero no, eso no va a suceder y no tengo otra salida que ponerme a escribir.

Busco entre las notas que he alguna vez hice y que no se publicaron… encuentro una que me parece muy interesante y al buscarla, como le hago con los trabajos de los alumnos, copiando una cadena de palabras y pegándola en un buscador de internet… aparece ya publicada, a mi nombre, en varios medios. ¡Ni modo! Otra solución fallida.

Es decir, tengo que escribir algo original, no puedo usar lo que alguna vez escribí y tampoco va a venir nadie a hacer el trabajo que me corresponde.

Ojalá pudiera transmitir este sentimiento, esta seguridad a los alumnos a quienes a diario veo y con quienes tengo la fortuna de convivir en diversas universidades.

Que el ser uno el autor del texto, el que sea, es un orgullo suficiente para poder salir a la calle con la mirada en alto, como esperando que la gente pase y nos reconozca diciendo: ahí va el autor de la nota aquella, muy interesante.

No es cierto, la gente no lo detiene a uno para hacerle ese tipo de comentarios pero de repente sí suceden casos que exceden lo anecdótico y entran a los terrenos de los hechos ciertos que permiten sentirse satisfecho con lo que se está haciendo.

Ya sea escribir un pequeño ensayo, como ser parte de la redacción total de un libro o escribir para participar en un concurso, el texto que se produce es suficiente para ser el motor de vida que permite buscar mejores horizontes.

Saber que se puede aspirar a algo más, a dirigir un club deportivo, a los compañeros de salón o a un grupo de profesionistas, es un compromiso que permite que la gente consiga su mejor esfuerzo, que como seres humanos busquemos siempre lo mejor. Y ese esfuerzo es el que busco día a día con las notas que pongo en sus manos.

Que me permiten tener el diálogo directo, que son bastantes para saber que alguien está interesado en lo que escribo y que mi compromiso no se agota en enviar un texto.

Que usted, mi querido lector, confía en que lo que pongo en sus manos es original, que usted sabe que no lo he defraudado y ese conocimiento, es el que me obliga a seguir buscando el perfeccionamiento día a día.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 

martes, 16 de octubre de 2012

A Manuel Navarrete y hasta España

Manuel Navarrete:
Te mando como archivo anexo una nota.
Espero te parezca bien.
Te envío también, un afectuoso saludo desde Monterrey,
 México y mis mejores deseos. Conocí el blog y les deseo mucha suerte. 
José Manuel 

José Manuel, no sabe cuánto es el agradecimiento.
Su nota es conmovedora y sobresaliente y por extraña razón que desconozco, así la esperaba.
Mañana será publicada. Le aviso en cuanto sea pública para que usted pueda hacerla constar en su página.
Me gustaría saber si estaría dispuesto a colaborar para este blog con una nota cada 10 día aproximadamente, sobre un tema de actualidad mexicana, a su completa elección. Sé que dispondrá de poco tiempo pero yo y como consecuencia, este blog, estaría maravillado contado con un par de notas suyas mensuales.
De nuevo, darle las gracias.
Un abrazo desde el otro lado del océano.
Manuel Navarrete.



Manuel Navarrete, de Sevilla, España, se dirigió a mí solicitándome una nota para colaborar con su blog http://undeto.blogspot.mx/ que en unión de otros entusiastas ha comenzado. Me dice que puedo escribir de la trata de blancas en México o un comparativo entre las violaciones a los derechos de los trabajadores en México y España. Quiero agradecerle su confianza y hacerle saber que escribo por gusto, con emoción y que algo he aprendido en la vida de algún tema, pero que en modo alguno soy experto en nada.

No podría, por ende, ni hacer un tratado del inmoral negocio de la venta de humanos ni tampoco conozco la legislación laboral española ni mucho menos las condiciones en que prestan sus servicios, como para hacer un comparativo.

Sin embargo, si unimos todos los temas y buscamos la manera de cumplir con tan honroso encargo, creo que podemos empezar por decir que hace siglos, la venta y renta de personas, de seres humanos, era un negocio lícito, productivo y en auge. Y así fue y así siguió siendo por años, muchos más de los que la ética, la moral y el derecho hubieran debido permitir.

Un día, empezaron algunos gobiernos a abolir y prohibir la esclavitud en sus dominios, como lo hiciera el de México en 1810 y muchos más. Empero, a pesar de la prohibición, el comercio de personas o trata de blancas siguió siendo negocio, mas ahora ilícito, lo que le daba a la empresa el sabor de lo prohibido y las ganancias aumentaron. Y siguió la trata de blancas.

Ahora, cuando ya formalmente no existe la esclavitud en ningún país del mundo, cuando ya han caído en la lucha por los derechos humanos seres tan hermosos como la Madre Teresa de Calcuta, Mohandas Karamchand Gandhi “Mahatma Gandhi”, Ernesto “El Che” Guevara y muchos más, resulta ser que persiste el tráfico de seres humanos sobre la faz de la tierra.

En estos tiempos modernos, cuando la gente se prepara para poder hacer la vida como Dios manda, cuando el joven busca superar al maestro y sobre todo, no sufrir lo que el padre, de pronto se encuentra con una realidad espantosa, con los hechos brutales que significa que la fábrica donde anidara sus sueños el joven de hace cincuenta años, que lo cobijó y le dio para la casa y la crianza de sus hijos, ahora ya no es de los ricos del pueblo. Ahora esa fábrica es de una multinacional sin patria, una empresa que solamente busca los dividendos y que para no generar relación firme y estable con sus obreros, busca ya no al pirata ni al señor de los mares para comprarle esclavos, ¡Dios nos libre!, no, busca a una empresa de Outsourcing para rentarle unos trabajadores de los que se pueda abusar sin responsabilidad de ningún tipo.

Y en efecto, hace años, en México y en España, el patrón era alguien a quien se podía identificar, así fuera una empresa enorme como El Corte Inglés o algunas de las grandes cerveceras de México. Podías llegar a conocer al dueño, que siempre era una persona física que daba la cara y respondía a sus empleados de frente y como hombre. Con valores y sobre todo, con integridad.

Cierto, había problemas. El obrero pide más y el patrón quiere ganar más. Pero siempre había un justo medio que ambas partes trataban de hacerlo un poquito más a su lado.

Ahora, ese justo medio, que le correspondía al gobierno ayudar a fijarlo, está completamente perdido. El obrero no tiene más que el derecho a trabajar y si no le gustan las condiciones, que se vaya. Punto. El patrón busca los artilugios fiscales que los propios gobiernos prohíjan y así, les niegan a sus empleados todo tipo de satisfactores, desde un salario decente hasta las mínimas prestaciones de seguridad social, a pesar de que gran parte del peso de ésta se recarga en los propios obreros. El patrón no quiere pagar su parte, se niega a tomarla como parte del costo de producción y la evade, al fin y al cabo, obreros se pueden conseguir, cada día hay más gente en el mundo y cada día trabajan más por menos dinero.

En ese mar de injusticias, ahora resulta que quien ingresa a laborar para vender algo en una tienda departamental de grandes dimensiones, resulta que no trabaja para esa tienda, pues su contrato se lo extiende una tercera empresa que por capital tiene un escritorio y una computadora vieja donde procesan una nómina que, por cierto, no está registrada en la seguridad social.

El permitir que empresas del tamaño que sea, puedan contratar y despedir personal sin que intervengan en el proceso, pues todo lo hacen las empresas de tercerización, ha llevado en la práctica, a que exista un real mercado libre de personas, que lo mismo van de dependientes en el mostrador que de analistas de sistemas o peor aún, de abogados de empresas. Todos dicen que necesitan comer y tienen hijos.

El daño que se hace a la confianza del hombre en su vida, en su seguridad de poder hacer la vida de manera decente, ha impulsado el incremento de los crímenes. Total, la tercerización no pide más que papeles en orden y te envía a trabajar a cualquier país. Por eso hoy vemos el gravísimo problema de los africanos en Francia, de los españoles en Portugal y de los lusitanos en la propia España. Se han borrado las fronteras para los países y para los trabajos. Los hermanos que vienen de América Central a México y los mexicanos que viajan allende nuestras fronteras, muchas veces sin documentos legales, igual son contratados por empresas que solamente buscan “capital humano” para rentarlo a corporaciones que aparecen en las revistas como las que más hacen por la sustentabilidad.

El problema es mayúsculo y la solución, no se ve cercana. Ojalá conocer el drama de los jóvenes que no encuentran futuro nos lleve a todos a crear un mejor mañana para el mundo.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


Aparece publicada en el siguiente enlace:

http://undeto.blogspot.com.es/2012/10/mexico-debe-salir-adelante.html



viernes, 12 de octubre de 2012

Por una verdadera reforma laboral.


El Diccionario de la Real Academia Española ofrece como significado, en segundo término, de la palabra reformar la siguiente definición: Modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo.

Nuestros diputados y posiblemente los senadores, aprueben en estos días una reforma laboral que, siguiendo el sentido de la palabra, habrá de modificar la ley laboral con la intención de mejorarla.

Sin embargo, del análisis de lo que ha aparecido como minutas del proyecto de reforma, aparece que la intención de mejorar no establece en favor de quién habrá de ser esa mejora: si del trabajador o del patrón.

Por definición propia y como se encuentra dentro del marco del derecho social, el derecho del trabajo debe ostentarse como garante de la seguridad del obrero y buscar, lo que la propia Organización Internacional del trabajo, la OIT por sus siglas, ha venido pugnando: establecer un salario decente.

Pero para establecer un salario decente, habría que empezar por definir qué es decente, cómo lo interpretan nuestros próceres legislativos y qué fin último es el que persiguen.

La cantidad en pesos y centavos de un salario decente, escapa y con mucho a la imaginación, pero no, nunca puede ser de sesenta pesos diarios, suma que es insuficiente para sostener una familia, desde el ángulo que se le quiera ver.

Ahora bien, muchos patrones, me consta, podrían pagar más pero no lo hacen por el temor a las repercusiones que trae aparejadas el importe del salario del obrero. Las cuotas de seguridad social, que alcanzan niveles de escándalo, impiden que se les cubra mejor salario. En el mejor de los casos, el patrón, en adición al sueldo con que los registra en la seguridad social, cubre primas, bonos, estímulos y otras figuras medio incomprensibles que escapan al salario para efectos fiscales y de pago de cuotas obrero-patronales, prohijando con ello, el gobierno, un auténtico fraude a la seguridad social.

El hecho de que el patrón pague más de lo que reporta, no es culpa del empleador, es responsabilidad directa del gobierno que, en su ceguera legislativa, es incapaz de encontrar nuevas fórmulas para allegar recursos al seguro social y todo lo pretende obtener del causante cautivo: el patrón.

Claro, al lastimar a quien paga, el patrón, no habrá empleos ni seguridad social ni podrá generarse riqueza.

¿Cuál será la solución?

Mejorar la Ley Federal del Trabajo para que, de inicio, realmente regule los trabajos y no los empleos. En la actualidad, la Ley Federal del Trabajo lo que realmente regula son los empleos formales, pues reduce su protección a los que gozan de una relación laboral formal, aun cuando pretenda definir que relación laboral y contrato de trabajo son casi sinónimos y que el segundo es solo la expresión escrita de la primera. Si el patrón le dice al obrero que no le entrega copia del contrato por que no quiere, el obrero se aguanta. Tiene que comer. Y si no lo da de alta en el seguro social, también se aguanta, por la misma razón. Claro, ningún obrero en lo individual pelea capacitación y adiestramiento, ni seguridad e higiene, ni todos y cada uno de los postulados hermosísimos que contempla la legislación laboral pero que solamente unos cuantos patrones cumplen. Claro, sirven para que los inspectores obtengan tajadas maravillosas y también, para fincar responsabilidades al patrón, nunca a la autoridad, en caso de siniestros. Así… ¿para qué queremos la ley, si no se aplica? Si no sirve ni la actual ni la reformada ni la remasterizada ni la digitalizada ni de ningún otro nombre… ¿qué debemos hacer? Y si aparece el sindicato a defender los derechos de los obreros, lo menos que decimos de ellos es que son rojillos, que no razonan, que son intransigentes, unos abusivos extorsionadores y cualquier lindeza por el estilo. Y está el ejemplo de los del SME, que en mi opinión deben ganar, pero que la prensa y el gobierno los han satanizado. Y no, nadie defiende al trabajador. 

Por tanto, se debe ampliar la protección que brinda la seguridad social a la totalidad de la población, con independencia de que tengan o no una relación laboral formal. ¡No se puede! Dirán de inmediato los que manejan los fondos. Es el sueño del proletariado, dirá la voz de los de izquierda. ¡Herejía! Le toca decir a algunos sectores plenamente identificados.

La realidad es que otorgar seguridad social a la totalidad de la población es jurídicamente posible, tecnológicamente sin trabas y constitucionalmente solo se requiere la voluntad de quienes pueden decidirlo.

Trataré de explicarlo: La fórmula es brindar a cada mexicano una tarjeta ligada al CURP que se utilice en cada operación gravada con IVA para que el equivalente a tres puntos de IVA se apliquen en favor de la seguridad social de cada uno de los ciento siete millones de mexicanos, de tal suerte que se deberán crear igual número de cuentas tipo bancarias, que sean de seguridad social, donde se depositen esos fondos. Cada individuo en lo particular, tendrá sesenta y cinco años para acumular fondos y garantizar su propio sistema de ahorro y seguridad social con independencia de que tenga o no, una relación laboral formal. Cuando ingrese a un sistema formal, podrá juntarlo con sus saldos. Al separarse, se llevará el saldo y así lograremos la, hasta ahora, imposible, portabilidad de los sistemas de pensiones.

Cuando compre una empresa de derecho privado, los fondos se acumularán en favor de la empresa y servirán para pagar impuestos de seguridad social.

Cuando compre el gobierno, el nivel que sea, se aplicará en una cuenta concentradora para garantizar la seguridad social de los que nunca compran, de los que ya tengan los sesenta y cinco años cumplidos al inicio del sistema y de quienes no alcancen un mínimo.

Cada punto de IVA representa en la actualidad, aproximadamente cien mil millones de pesos. Cifra suficiente para garantizar y otorgar las pensiones que se requieren en la actualidad en México. Cuando se inició la presente propuesta, el punto de IVA alcanzaba apenas cuarenta y cinco mil millones de pesos. Ha crecido.

Ayudaría a tener un control real de los gastos de cada uno, sería suficiente para tener ciento siete millones de inspectores de Hacienda verificando que se cobre realmente el IVA, reduciría la evasión y elusión respecto del propio IVA y además, ayudaría a generar ahorro interno del orden de doscientos mil millones de pesos anuales.

Ya está publicado, ya está en la red, ya conocen la propuesta: académicos, legisladores, estudiantes y muchos mexicanos más, así como personas de otras latitudes.

Lo único que falta es una voz que la haga valer y claro, la suma de muchos mexicanos que inviten a sus legisladores a proponerla y apoyarla. Es una idea que le sirve a México.

Vale la pena.

Me gustaría conocer su opinión.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 


Fuentes a consultar:



domingo, 7 de octubre de 2012

La economía de México con Reforma Laboral




Hace días quedó aprobada por los diputados la reforma laboral, que ahora pasa a la Cámara de Senadores para su revisión final y, en su caso, aprobación y publicación.

Suponiendo sin conceder que el proyecto que se ha manejado hasta ahora quedara firme y se convirtiera en las modificaciones a la ley laboral, habría que preguntarnos si realmente estamos en presencia de una Reforma Laboral, así, con mayúsculas o solo se ha planteado al pueblo de México un pequeño ajuste de forma, una solución cosmética, una “manita de gato” que será todo, pero menos una reforma. Si acaso, será la misma gata pero revolcada.

El patrón desea obreros que le cuesten menos y en algunos casos, está dispuesto a pagarles más, pero con menor costo adicional, es decir, pide que le quiten de encima los costos indirectos como son seguro social, Infonavit, impuestos en general y todo eso que encarece la mano de obra.

El obrero pide trabajo y salario. Le importa poco si quien le paga es el destinatario final de sus afanes con tal de obtener el pan que requiere para su mesa; los útiles para sus hijos y el derecho a la clínica para él y su familia. no sabe si le paga el patrón o la cosa esa, el outsourcing, que de suyo es ilegal… todavía… creo.

Y ambos tienen razón. El gobierno, ese ente, esa ficción jurídica creada por los ciudadanos debe ser el garante de ambas situaciones. Eso es lo que no ha entendido el gobierno ni quienes están a su mando.

Ahora bien, si los funcionarios y empleados públicos no son capaces de encontrar la forma de garantizar a las partes involucradas las seguridades y deseos que buscan, vamos todos, como ciudadanos, a decirles la forma en que deben gobernar.

Ahí, en ese escenario, es que le pido a usted, mi querido lector, su apoyo decidido para hacer público que los deseos y sueños de quienes en realidad vivimos la economía de México queremos sean ciertos.

Usted que sufre a diario con la realidad de quedarse sin empleo o que ya lo perdió y ahora ha pasado a formar parte de los subempleados que en México luchan encarnizadamente por el mismo peso de ganancia que muchos que aún conservan su empleo, pues pelean los mismos frutos; usted que es patrón y ya no encuentra cómo hacerle para quitarse de encima a los del IMSS, del Infonavit, a los del Fonacot y todos esos inventos maravillosos que, el único “pero” que tienen, es que son a cargo del patrón y usted ya no da para más, ustedes, que nunca han logrado tener ni un empleo formal ni una empresa establecida y que por siempre han sido solamente parte de las estadísticas que indican que la población económicamente activa es de más del 60% en México (según la página de INEGI al 21 de septiembre de 2012 y de los cuales, el 94.61 tiene un empleo) pero que en realidad, jamás han tenido una oportunidad laboral formal, en la que les sean proporcionados los derechos de seguridad social y todo eso que viste a un puesto de trabajo.

De ahí mi afirmación de que esto de la reforma sea tan solo un cambio de cosas para quedar como estamos.

Antes de la reforma, en la mayoría de los comercios y negocios, los empleados no tenían derecho a seguridad social, ni a aguinaldo, mucho menos a capacitación y adiestramiento o planes de vacaciones pagadas o incentivos y más privilegios, mucho menos a jubilación.

Ahora, con la reforma esa laboral, tampoco habrá derecho a vacaciones, ni aguinaldo, ni seguridad social ni capacitación ni nada de nada.

Se lo digo como abogado que patrocino litigios en contra de universidades privadas que, con todo y anuncios en la televisión, no pagan ni seguridad social ni mucho menos los impuestos que les descuentan a sus cientos de trabajadores, por cierto, todos ellos catedráticos pero que necesitan comer.

Le hago estos comentarios pues sé, que el propio poder judicial contrata outsourcing para que realice las funciones de limpieza, vigilancia y demás en sus instalaciones y las empresitas, esas de tercerización o “outsourcing” como si la gente supiera qué rayos quiere decir, no entregan ni constancias de salarios, ni recibos de pagos, ni contratos de trabajo ni nada, según ellos, pero sí, emiten órdenes por escrito, las firman y ratifican, lo suficiente para incoar la relación laboral y poder demandarlos… así digan que no existe la relación laboral.

Y así, muchos así que he visto muy cerca y que sé que existen, con y sin reforma laboral. ¿Cuál cambio? Mientras exista gente con hambre, con necesidades urgentes, habrá quién acepte laborar por solo unos pesos. Mientras existan patrones sin sensibilidad social, sin respeto por su función, sin escrúpulos, habrá quien pague salarios de miseria. Mientras persista el gobierno que permita ambas situaciones, seguirá, como hasta ahora, el estado de las cosas.

El problema es que nos queda poco tiempo para hacer los ajustes necesarios. Ya la población no aguanta más. Ni los patrones que día a día pierden empresas por la voracidad del gobierno que piensa que puede sangrarlas sin límite, ni los trabajadores que cada día más tienen un empleo con menores prerrogativas. Eso es lo que el gobierno no ve.

Y es tan fácil que el gobierno cambie, que en realidad haga una reforma a fondo que les permita a todos, absolutamente a todos los 107 millones de mexicanos a tener seguridad social, que les permita garantizar su capacidad de ganancia, que cada día pienso que lo único que falta es que la propuesta llegue a un diputado o senador que sí sepa leer, que sí quiera a México, que sí piense que los actos de hoy, son origen de las consecuencias de mañana. Está a su disposición. México debe salir adelante.

Todos juntos estamos labrando el mañana de México. Hagamos que sea de triunfo, de prosperidad y para todos, como hermanos.

Me gustaría conocer su opinión.

Vale la pena.

José Manuel Gómez Porchini.
Director General
Calmécac Asesores Profesionales S.C.
Comentarios: jmgomezporchini@gmail.com 



Referencia a fuentes: